domingo, 8 de mayo de 2011

El Genios Loci y la Vocación Turística de un Destino


En el estudio del fenómeno turístico existe lo que llamamos “zonas grises conceptuales”, esto es que un mismo termino define más de un elemento o que un mismo elemento puede definirse con más de un término. Ese es el caso, por ejemplo, del “Producto Turístico” el cual puede definir tanto a un Paquete Turístico como a un destino entero. Si bien muchas veces esta particularidad puede llevar a una confusión (sobre todo al inicio de los estudios) nos da amplias posibilidades de interpretación. Dicho esto, me gustaría referirme en la columna de hoy al concepto de “Vocación Turística” y dos formas de abordarlo.
Cuando indagamos un poco en la bibliografía existente encontramos, por lo general que la Vocación Turística de un destino se define como la predisposición natural de un espacio o territorio para ser transformado en un lugar atractivo para potenciales visitantes, claro que esta es una definición economisista o por lo menos, estrechamente vinculada al rédito económico que pueda extraerse de esa atractividad. Sin embargo, siguiendo el criterio que utilizamos respecto del concepto de “Capacidad de Carga” (en esta misma columna el 09/05/10) consistente en corrernos de la mirada estrictamente comercial de la actividad, podemos entender la Vocación Turística como ese atractivo natural absolutamente intangible que posee cualquier espacio. Yendo un poco mas profundo podría decirse que es ese  “No se que…” que tiene un lugar que nos hace realizar determinadas actividades o predisponernos de determinada manera frente a sus paisajes o sus gentes.
Quien no ha dicho alguna vez?…”Cuando voy a la Puna me da por hacer tal o cual cosa…” o “cada vez que visito esta playa me produce una emoción que no podría explicar….” Ese sentimiento, esa sensación que nos transmite ese lugar es su Vocación Turística, de una forma más clara lo expresó el escritor cosmopolita Lawrence George Durrell cuando en 1960 escribió: “tu tienes que conocer a Europa lentamente, degustando sus vinos, sus quesos y el carácter de los diferentes países, de esta forma te das cuenta, que el determinante fundamental de una cultura, es después de todo, el espíritu del lugar”.  
Cuando hablo de esto con mis alumnos la primera pregunta que surge es “Y para que sirve saber o descubrir eso?. La respuesta, a mi criterio es que, en turismo, utilizar las acepciones economicistas como excluyentes o determinantes equivale a colocar el carro delante del caballo. El primer trabajo del profesional en turismo al indagar sobre un destino o al intentar abordarlo para su eventual desarrollo sustentable, consiste en descubrir esa Vocación Turística, que no se ve, que no se oye y que no se toca al menos que lleguemos a conectarnos a ese espacio con todos los sentidos; a veces lleva un tiempo o más de una visita, otras veces tenemos suerte y se descubre para nosotros apenas arribamos, pero sea como sea, ese descubrimiento es una tarea que hay que realizar.
La idea del Espíritu del Lugar no es algo nuevo, ya los romanos hablaron del Genius Loci (espíritu guardián del lugar), aunque en tiempos más cercanos es la arquitectura la que se ha ocupado del tema a través de los escritos del excelente Christian Norberg-Schultz y su libro “Genius Loci: Towards a Phenomenology of Architecture”, en el que se interna en la arquitectura fenomenológica e investiga sobre la esencia de los espacios y como esa esencia se traduce en el paisaje produciendo sensaciones particulares que lo identifican.
Podemos concluir que si los profesionales del turismo nos ocupamos, en primer termino de encontrar el Genius Loci de los destinos, luego, será muy simple comprender que debe vender cada uno y a quien le interesará comprarlo (visitarlo). Así entonces podremos diseñar productos que estén en armonía con el lugar y con los pobladores locales y eso, indefectiblemente se traducirá en servicios de calidad para los visitantes, aunque esto de la calidad ya es tema para otra columna. 

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