martes, 3 de diciembre de 2013

HACER EXCLUSIVO LO MASIVO Y MASIFICAR LO EXCLUSIVO

Es llamativo como en los mercados turísticos actuales las empresas deben afrontar la disyuntiva que presenta una demanda necesitada de hiper-segmentacion y que requiere, cada vez más, un trato personalizado interactuando con una oferta que lucha con costos fijos en alza, más competencia y obligada a aumentar sus volúmenes de venta para mantener los niveles de rentabilidad.

Si a este contexto le sumamos el ascenso generalizado de la clase media y el consecuente acceso a una mayor cantidad de placeres (entre ellos el de viajar), vemos que las empresas realizan esfuerzos enormes por combinar, en un mismo espacio (resort, crucero, etc.) servicios estándar (de calidad pero estándar al fin) y servicios V.I.P, que no son realmente V.I.P pero percibidos como tales por la clase media, gracias a la diferenciación, generalmente “cosmética”, con la que se los presenta. 

Hoy, como ayer, los servicios V.I.P siguen sin estar a la vista de la mayoría de los mortales. Aunque creamos que lo que consumimos, en materia de turismo, es exclusivo, lo realmente V.I.P pasa por villas privadas sobre la playa, también privada, a las que se llega en aviones privados que se abordan desde espacios privados en los aeropuertos. (nótese que la connotación de “privada” aquí toma sustancia en la privación, de discutible legalidad, del uso de un espacio a la mayoría de las personas).

Mientras tanto, los servicios que están al alcance de todos (los que pueden pagarlos), han desarrollado un nivel aceptable en la calidad de su prestación. Aunque muy lejos de los del párrafo anterior,  hoy puede decirse que son diversos, completos y que los recursos humanos cuentan con una capacitación que les permite una atención que hace unos años era, si no impensable, por lo menos difícil de encontrar.

Los avances en la tecnología de alimentos, servicios de transporte, sistemas de formación y capacitación, tecnología de la información y comunicación, en conjunto con los nuevos materiales y la globalización, que permite trasladar todas esas cosas de un lugar a otro del planeta con costos severamente reducidos, hace que, lo que hace unos años era exclusivo, hoy se encuentre a un “Click” de cualquier ser humano de clase media (convengamos que para la mayoría de nosotros, las “personas comunes”, hasta hace pocos años, era poco más que un sueño desparramarnos durante siete días en una paradisiaca playa del Caribe o caminar de la mano con nuestra amada/o por las callecitas de Cartagena. Ni hablar de visitar las villas de artesanos de Bali o las islas de la Polinesia).

Entonces, ¿como hacer para que en ese mismo espacio donde están los que antes no estaban junto con algunos de los que si estaban (los que eran V.I.P y que ya no llegan a lo verdaderamente V.I.P ni vendiendo los muebles) y quieren seguir sintiéndose distintos a esos nuevos que ahora “pueden” (ya bastante tienen con compartir cabina económica en los vuelos, porque los verdaderamente V.I.P viajan atrás de la mágica cortina, o en privado como ya se dijo,  por supuesto) continúen ostentando la diferencia (aunque ficticia) de tener más poder, o de “poder más”?.

Bien, la inventiva de las empresas es sorprendente porque, a mi criterio han logrado darle a dos pájaros de un tiro, mejorando incluso, la sensación de “poder más”. Veamos, antes la diferencia era percibida desde la distancia, en las fotos mostradas al regreso o en los souvenirs de un dólar que terminaban en algún lugar que propiciara el olvido, pero ahora, con la combinación en el mismo espacio de los diferentes grupos (parecidos, pero no iguales), la diferencia es en tiempo real y al mismo tiempo, se reducen los costos operativos drásticamente, porque ambos grupos utilizan las mismas instalaciones, los mismos servicios de animación y hasta incluso, y aunque suene feo, las mismas sabanas (previo lavado, por supuesto).

Pero hay un tercer pájaro que creo han logrado matar: Ya todos sabemos que se desea lo que se ve más de cerca, por ejemplo se desean más los lujos que se perciben posibles, alcanzables, aunque sea con esfuerzo. La mente se ocupa de no desear lo que se percibe como absolutamente imposible (el sufrimiento auto infligido tiene también un límite, ¿o no?). De manera que cuanto más de cerca se ven los privilegios a los que no se ha accedido (y a los que se podría acceder para las próximas vacaciones, con un poco más de esfuerzo, claro está), mayor es la probabilidad de que se incremente la facturación por el pago de estos y a la vez mas privilegios habrá que inventar para mantener esa diferencia que se convierte en un círculo virtuoso que las empresas han hecho nacer y que se alimenta y crece solo gracias a la ambición innata del ser humano. SIMPLEMENTE GENIAL, desde el punto de vista comercial, porque incluso son los clientes los que dicen qué es lo que les gustaría obtener como privilegios a través de la creación conjunta de valor (por cierto, otro invento impecable).   

Un excelente ejemplo de esto que se ha expuesto son los clubes de privilegio en los resorts o en los cruceros, que brindan acceso exclusivo a algunos espacios, atención super-personalizada con personal que viste uniformes diferenciados, mayor acceso a servicios especiales como restaurants a la carta, prioridad de check-in y Check-out y una larga lista de etc., que analizados en profundidad no significan un costo operativo superior para las empresas, pero pone en marcha aquel círculo virtuoso que mencionábamos.

Después de todo,  ¿quién no ha sentido un poquito de envidia al ver una pulserita de color negro en la muñeca del comensal de la mesa de al lado del mismo restaurante del Resort? Y porque no pensar en la satisfacción del portador de la pulserita por ser “especial” (“pertenecer tiene sus beneficios” rezaba algún inteligente comercial), aunque esté en la mesa de al lado; o ¿Quién no ha hecho la casi obligada pregunta al personal de playa (o de cubierta): “¿Disculpe, por qué no se puede ingresar a ese sector?” Y ha recibido la seca respuesta: “porque debe tener la tarjeta del Club xxx o la pulsera color xxx, señor”. En estos casos hay tres cosas que son seguras: que los que están dentro se sienten especiales y que los que están fuera quieren estar dentro para sus próximas vacaciones. ¿La tercera?: que los primeros estarán dispuestos a gastar más en sus próximas vacaciones para mantener su situación de “privilegio” y lo mismo los segundos pero, para cambiar su situación de pasajeros estandar. O sea, pura ganancia para la empresa. Insisto GENIAL.